sábado, 29 de diciembre de 2007

María Sabina, Huautla y los Mazatecos (Parte IV)

El periodista, escritor y maestro, Fernando Benítez. 
(Foto de la CNL-INBA)

Delirio y Éxtasis de Benítez

Ocho años después de Wasson, el periodista Fernando Benítez, autor de la monumental obra en cinco tomos: Los indios de México, sube por primera vez a Huautla en el verano de 1961. Por las referencias de su libro Los hongos alucinantes,
[15] Benítez llegó en jeep e hizo ¡tres! horas en el sinuoso trayecto. No dice más. Sin embargo, esta información es suficiente para saber que recorrió el primer trazo de la brecha Teotitlán-Huautla, vía Mazatlán, antigua capital de la nación mazateca y cuna de Teodoro Flores, jefe liberal y padre de los hermanos Ricardo, Enrique y Jesús Flores Magón.


Seguramente don Fernando se confundió. Incluso en tiempo de secas es imposible realizar tres horas en el recorrido. Esta primera brecha con una anchura de cuatro metros en la mayor parte de su extensión “serpentea a través de 84 kilómetros y el viajero va suspendido entre las altas cumbres y los profundos precipicios, muchos de los cuales miden mil quinientos metros... No se cuenta una sola recta de más de cincuenta metros de largo, pues todo es doblar y bordear montañas y sumergirse entre las laderas oscuras de pinos, de sombras y de amenazas. Son ocho horas de viaje lento, casi solemne...”[16]


Por conducto de Carlos Incháustegui, director del Instituto Nacional Indigenista (INI) en Huautla, Benítez había contratado los servicios de “un brujo gordo, de ancha cara maliciosa, vestido como mestizo, que era propietario de un tenducho”,[17] para llevar a cabo una velada esa misma noche.


En el Centro Indigenista, donde charlaban y tomaban café, se apareció repentinamente Gordon Wasson. Benítez no tenía la mínima sospecha de que trataba con el más grande conocedor de los hongos enteógenos. Al saber la intención de Benítez, Wasson, compadecido tal vez de la absoluta ignorancia que éste tenía sobre los hongos, le espetó:

—Los hongos sagrados antes no se vendían en la calle, como no se venden las hostias, pero hoy se ofrecen en todas partes... Hay que cuidarse de los charlatanes y de los simuladores. María Sabina es una profunda conocedora de su profesión y usted debe tener presente que cada ceremonia es una obra de arte individual...
[18]


Benítez entendió claramente el mensaje. Envió un recado al brujo cancelando la ceremonia y de inmediato se puso en contacto con María Sabina, quien había aceptado tener la velada al día siguiente en casa de la profesora Herlinda Martínez, la casa a la que había llegado Wasson ocho años atrás. Al caer la noche, Benítez, el propio Inacháustegui (a quien convenció de comer hongos), la esposa de éste, el profesor mazateco Lucio Figueroa y Beatriz Brancfort, se dirigieron con impermeables y lámparas hacia lo alto de Huautla.


María Sabina ya había hecho todos los preparativos para la velada. La primera experiencia de Benítez fue desastrosa. Tal vez nunca se sobrepuso al impacto que los hongos hicieron en su persona y en su conciencia. En uno de los capítulos de su libro describe, con base en las notas que tomó la esposa de Incháustegui y en sus recuerdos, las vivencias y los diferentes estados que, bajo el efecto de los hongos, recorrió. Primero mareo, cansancio, visiones inconexas, náuseas, accesos de risa, colores, figuras geométricas, sonidos, música, un sentimiento desbordado de felicidad y de alegría. Después, cuando el hongo había surtido toda su fuerza, un miedo aterrador, una angustia irracional, un sentimiento de soledad y de abandono, una inmensa debilidad ante energías y fuerzas poderosas.
El reportero Mario Rojas Avendaño, en las investigaciones para su reportaje “La verdad y las mentiras sobre los hongos alucinantes”,
[19] obtuvo la versión de la profesora Martínez, quien estuvo presente durante la ceremonia:

No necesitaríamos referir el caso de un conocido escritor (se refiere a Benítez) que él mismo relata en un libro dedicado a describir las alucinaciones por el hongo. Sin embargo, la profesora Herlinda, en cuya casa efectuó la sesión ritual María Sabina, relató con emoción profunda que el paciente sufrió un serio ataque de exaltación de su propia personalidad, una vez que los alcaloides del ácido lisérgico fueron liberados en su organismo. Cuando la escena asumió aspectos de violencia extrema, la curandera María Sabina, hubo de recurrir a todos sus sistemas tranquilizadores para calmar la furia del experimentador, que cayó en depresión intensa.
[20]

El camino de Erasto Pineda García

A Benítez le tocó, como está visto, recorrer la primera brecha que fue no sólo más larga y costosa que la segunda, inaugurada ésta por Díaz Ordaz en 1968, sino que de plano se alejaba de los poblados indígenas más importantes. ¿Por qué? La respuesta es motivo de otra historia.

En la hermosa vereda que baja de Huautla a Puente de Fierro, se encuentra un monumento de piedra con este epígrafe:


A la memoria de Erasto Pineda García,
cobardemente asesinado
por defender los intereses del pueblo.
Junio 3/1962

En este lugar fue emboscado por pistoleros de los caciques. Líder natural de los mazatecos, Erasto siempre buscó mejoras para su pueblo. Deseaba que el beneficio del café fuera para los productores y no para los acaparadores e intermediarios. Erasto iba y venía, hablaba con los indígenas y promovía las primeras asociaciones de cafeticultores. De 1953 a 1955, fue electo presidente municipal de Huautla y durante su gestión pugnó por la construcción de una brecha. En ese entonces sólo existía el camino real. (Como dato curioso, Gordon Wasson conoció a María Sabina por intermedio de Cayetano García, síndico del ayuntamiento y colaborador de Pineda.)


Erasto vivía en un verdadero edén. A escasos metros de las cascadas conocidas como Las Regaderas, tenía su casa a la vera del río. Aún permanece el cuadro del solar donde secaba su grano, pues luego del asesinato los caciques prendieron fuego a su casa.

En 1957, después de cincuenta años, la revolución les cumplía a los mazatecos con la construcción de una brecha. La Comisión del Papaloapan proyectó la construcción de dos carreteras para unir los versantes de la Sierra Madre de Oaxaca: la primera, que sube de Oaxaca a Guelatao e Ixtlán y baja al Valle Nacional, rumbo a Tuxtepec; la segunda, hasta la fecha inconclusa, habría de cruzar toda la Mazateca: desde Teotitlán del Camino hasta Jalapa de Díaz, también en dirección a Tuxtepec, en el Istmo. El primer tramo se detuvo en Plan de Guadalupe, punto donde termina la subida y se interna uno sierra adentro. La geografía indicaba que la brecha debería construirse siguiendo la larga cañada que toca San Jerónimo Tecóatl y baja hasta Puente de Fierro, para finalmente subir ocho kilómetros y llegar a Huautla.

Con su tenaz trabajo, Erasto adquiría presencia entre los suyos. Empezaron a formarse las primeras organizaciones indígenas de cafeticultores y Erasto vislumbraba una organización independiente para la comercialización del grano. Los intereses de los caciques comenzaron a verse afectados.

Llevar la carretera por el lado de Puente de Fierro hubiera hecho más fácil la movilidad de Erasto. Además, la brecha les permitiría sacar libremente su producción y esto traería pérdidas cuantiosas para los caciques. La determinación fue política: se resolvió construir la brecha vía Mazatlán y eliminar a Erasto. La carretera actual de escasos 70 km, como un homenaje a sus ideas, sigue el camino de San Jerónimo y Puente de Fierro. El segundo tramo de la carretera Huautla-Jalapa de Díaz, no se ha construido. Así han sido las cosas por acá.


[15] Fernando Benítez, Los hongos alucinantes, México, ERA, 1972.
[16] Mario Rojas Avendaño, El reportaje moderno, FCPyS-UNAM, 1976, p. 119.
[17] Fernando Benítez, op. cit., p. 86.[18]Ibid., p. 87.[19]Mario Rojas Avendaño, op. cit., pp. 115-148.
[20] Ibid., pp. 133-134.
Continuará...

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